Contar la historia de orígenes de Mufasa le ha llevado a Barry Jenkins cuatro años de su vida. Era lo que hacía falta para un proyecto como este. "A mi pareja le encanta la jardinería", dice el director. "El primer año que nos mudamos rehicimos el jardín y tuvimos tomates y eran increíbles". Su cara al recordar el sabor es de puro goce. "Después, ella se fue lejos por trabajo y el segundo año no tuvimos tomates y el tercer año fueron una birria. Me enfadé. Ella me dijo: 'Esto lleva tiempo'. Esta película fue algo así".
El 20 de diciembre se descubrirá si la cosecha de Jenkins sabe igual de bien que esos primeros tomates cuidados con tanto esmero. Ese día se estrena en cines Mufasa: El rey león, un filme que cuenta la infancia y adolescencia del padre de Simba, lo que cambiará para siempre la forma de ver al personaje en el filme de animación. La precuela utiliza el mismo estilo que usó Jon Favreau en el 'remake' de 2019 del clásico de Disney: a través de imágenes hiperrealistas. Aquí, a diferencia de la versión de hace cinco años, la historia es totalmente desconocida.
"Mejor que la versión de 2019": las primeras reacciones a 'Mufasa' elogian la "visualmente deslumbrante" precuela de 'El rey león'Para Jenkins, bajar a la tierra a un personaje como Mufasa, más cerca de un dios que de un humano, ha sido "divertido". "¿Es un ser humano o un dios?", se pregunta. "Es un ser humano, por supuesto, pero cuando puedes ver cómo se dio forma a este humano lo hace todo mucho más interesante y para un niño lo vuelve mucho más alcanzable".
Como añade:
Esa parte fue divertida, pero es extraño, sientes que estás dando una paliza a tu ídolo, pero no estás haciéndolo, estás mostrando la vida que vivió para convertirse en la persona que es
Contar la historia de orígenes de Mufasa es, por obligación, contar también la de Scar. El villano de El rey león también fue un adolescente y, antes de recibir la cicatriz que le dio su apodo, se hacía llamar Taka. Curiosamente, encontrar la voz del futuro enemigo de Simba, la de Kelvin Harrison Jr., fue mucho más fácil que dar con la de Mufasa, la de Aaron Pierre.
"Estás intentando mostrar cómo sonaba la voz de un dios cuando no era un dios", explica Jenkins sobre el proceso. "También tienes que añadir la cualidad de: 'Esta voz, algún día, será la de un dios'. Es algo muy complicado y cuando tienes a actores haciendo la prueba, intentan proyectar la voz de un dios. Les dices: 'No. No. Eres un niño ahora'. Esa es la cuestión. Nadie nace así. Tienes que ganarte el derecho de hablar con esa voz".
Un director atípico para una película de Disney
Antes de aceptar la oferta de Disney, hubo muchas dudas. También prejuicios. "No fue un sí rotundo", reconoce Jenkins. "Fue muy interesante porque había una parte de mí que no quería leer el guion. Asumí que no había nada en él que mereciera la pena para que yo la hiciera por el tipo de películas que se espera que haga un cineasta como yo”.
La noticia de que Jenkins iba a encargarse de Mufasa fue, cuanto menos, sorprendente. Director y productor de cine independiente, su película Moonlight (2016) le llevó a los Oscar. La historia de la vida de un hombre negro homosexual con una madre abusiva consiguió ocho nominaciones -Jenkins se coló en la categoría de dirección- y ganó tres estatuillas: Mejor película, Mejor guion adaptado y Mejor actor de reparto para Mahershala Ali. El blues de Beale Street (2018) y la serie El ferrocarril subterráneo (2021) son otros de sus proyectos. Como productor ha firmado filmes como Aftersun (2022) y Nunca, casi nunca, a veces, siempre (2020).
Pese a la reticencia, Jenkins se atrevió a leer el guion de Mufasa y algo cambió en él. "Era innegable que la única razón por la que no quería hacer la película era porque era de Disney", reconoce.
Como explica:
La única razón por la que dudaba hacer una película como esta era por lo que la gente diría de un cineasta que hace películas como 'Moonlight' haciendo 'Mufasa'. Eso no tiene ningún sentido. Así que decidí hacerla
Aunque da la sensación de que Mufasa ha sido toda una carrera de fondo para Jenkins, lo cierto es que el director guarda una experiencia mucho más dura. El ferrocarril subterráneo, la adaptación de la novela de Colson Whitehead ganadora del Pulitzer, fue mucho más difícil. "Significó mucho para mí", dice el cineasta sobre la ficción disponible en Prime Video. La historia sigue a Cora, una joven que descubre algo increíble en las profundidades de Estados Unidos cuando lucha por escapar de la esclavitud.
"Con esta película fueron cuatro años, pero teníamos todos los recursos que podríamos necesitar", compara Jenkins. "Con la serie de televisión pasó algo con el presupuesto justo antes de empezar a rodar. Nunca tuvimos los recursos. Eso nos condujo a todos a ser una versión mejor de nosotros mismos para encontrar la forma de hacer una serie con la misma calidad, pero con menos recursos".
No fue solo quitarse de encima el qué dirán lo que ha conducido a Jenkins a Mufasa. "Me estoy haciendo mayor, así que hay menos oportunidades de hacer esto", señala. Tiene 45 años. "Esto era un gran riesgo. Enorme. No había nada que me asegurara que podría hacer una película de esta forma. No había ninguna certeza de que podría hacer una gran película con estos materiales porque esta es una forma muy salvaje de hacer una película. Es muy diferente de las otras películas que he hecho. Quizá estaba en un punto en mi carrera en el que necesitaba asumir ese riesgo".
Al final, de todo se aprende algo. "La lección que he aprendido es que asumir ese riesgo me hace un cineasta más apasionado. Me hizo sentir joven", dice mientras ríe. "No es que no sea joven, pero me hizo sentir extremadamente joven porque tuve que convertirme en un niño para aprender todas estas herramientas de nuevo. Creo que esa fue la lección, la de encontrar siempre una forma de ser un niño, de ser un 'amateur".